“El Día del Medio Ambiente, me queda muy corto”

¿No es acaso una contradicción otorgarle solo un día a algo tan permanente como el ambiente que nos sostiene?

Por Francisco Urquiza,
Director de Docencia del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC.
Socio Profesional Red Campus Sustentable.

Las efemérides ambientales parecen ir llenando cada vez más el calendario anual. El día de la tierra, del árbol, los bosques, y este “el día nacional del medio ambiente”. Tratamos a la fuerza de marcar nuestros días con recordatorios porque creemos, y quizás no estamos tan equivocados, que necesitamos llamarnos constantemente la atención sobre cosas que consideramos vitales y simultáneamente olvidadas.

Francisco Urquiza,
Director de Docencia del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC.
Socio Profesional Red Campus Sustentable.

Pero a ratos me temo que estas mismas efemérides nos distraen del fondo, y se tornan en excusas para anuncios y celebraciones rutinarias que en su repetición pierden el sentido. También, algunas en sus títulos creo que nos confunden y distancian de aquello que buscan cuidar o relevar. ¿No es acaso una contradicción otorgarle solo un día a algo tan permanente como el ambiente que nos sostiene? O quizás no lo es y estas mezquinas 24 horas son efectivamente un reflejo del escaso cuidado que le damos a nuestro entorno natural.

Dicho esto, y aprovechando la atención que pude atraer de algún lector desprevenido, me gustaría proponerte una alternativa a tan puntual celebración.

Celebrar el medio ambiente es muy similar a celebrar la familia, o el hogar. Es celebrar un espacio compartido y co-construido, cuidado y mantenido, consciente e inadvertidamente por millares de formas de vida. Es celebrar el agua que bebemos, el aire que respiramos, el alimento que disfrutamos. También la belleza que nos rodea, particularmente estos días primaverales. Aquí vale la pena detenerse en los detalles: las flores que abundan, los polinizadores en tantas formas y colores, los brotes verdes y el sol que comienza a alimentar este resurgir cíclico de la vida. También es celebrar las risas de tus hijas, hijos, hermanas, hermanos, amigas y amigos.

Celebrar la ayuda mutua y la reciprocidad dentro de una oficina, aula o comunidad. Verás, todos participamos con distintos grados de consciencia en crear ambientes, hogares y entornos. Pero es fácil olvidarnos que toma tiempo y dedicación mantenerlos sanos, es un trabajo sin reposo, dichoso, pero en ocasiones agotador. Con los años la experiencia nos va enseñando la importancia de invertir tiempo y energía en tejer estos ambientes compartidos a distinta escala. Quizás uno de los grandes aprendizajes que les podemos dejar a nuestros hijos es valorar esta gran labor y sumarse a esta con responsabilidad, humildad y alegría.

Al hablar de medio ambiente no hablamos de algo muy distinto. Cuesta energía, trabajo y dedicación mantener nuestra casa: la biosfera. Y nosotros como niños necesitamos apreciarla y sumarnos con dicha a esta tarea. Si no lo hacemos, ya sabemos lo que pasa. Lo vemos en las relaciones familiares descuidadas, en las casas abandonadas, en jardines desatendidos, en calles con comunidades desconectadas. La desconexión, el cinismo y otras manifestaciones de deterioro ganan terreno. Pero siempre hay espacio para recomponernos, volver a involucrarnos y sanar mientras participamos del cuidado de todas las esferas del ambiente: la personal, la social y aquella compartida con el resto de las formas de vida que malamente hemos bautizado como “medio ambiente”. Esto no es tarea de un día, sino que de toda la vida.

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Octubre 2, 2024

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