La Urgente Necesidad de Conservar el Suelo para un Planeta Resiliente

En la conciencia colectiva, el suelo no recibe la misma atención que otros recursos naturales como el aire y el agua. Esta falta de reconocimiento es una negligencia que debemos corregir. La conservación del suelo debe ser una prioridad en nuestras políticas y prácticas de sostenibilidad. Debemos educar a las generaciones presentes y futuras sobre su importancia y fomentar un sentido de responsabilidad compartida hacia su protección. 

Por Claudia Santibáñez Varnero
Directora de Sustentabilidad, Universidad Mayor

El suelo, ese manto silencioso bajo nuestros pies, ha sido testigo de la historia de la humanidad, ha sustentado civilizaciones y ha nutrido la vida en todas sus formas. Sin embargo, en nuestra constante carrera hacia el progreso, hemos olvidado su importancia crucial, ignorando su llamado silencioso y persistente.  

El suelo es mucho más que una simple mezcla de minerales y materia orgánica.  Es el escenario de intrincadas interacciones que sostienen la vida. Participa en los ciclos biogeoquímicos que regulan el clima y nutren los ecosistemas. En su seno, el suelo alberga el carbono, actúa como una esponja que absorbe el dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierte en vida. Sin este proceso, los niveles de CO2 serían insoportablemente altos, exacerbando el cambio climático y alterando el equilibrio natural de nuestro planeta. 

Claudia Santibáñez Varnero – Directora de Sustentabilidad – Universidad Mayor

Desde la germinación de una semilla hasta la floración de un bosque, el suelo es el cimiento que sostiene la vida vegetal. Las raíces de las plantas se aferran a él, extrayendo nutrientes esenciales que permiten su crecimiento y reproducción. En la agricultura, la calidad del suelo determina la fertilidad y, por ende, la capacidad de producir alimentos. Sin suelos saludables, nuestra capacidad de alimentar a una población creciente se ve gravemente comprometida. La erosión y la pérdida de fertilidad son amenazas que debemos enfrentar con urgencia para asegurar la seguridad alimentaria global.

El suelo también actúa como un amortiguador natural frente a los desastres. Su capacidad para absorber y retener agua previene inundaciones y deslizamientos de tierra. Un suelo bien gestionado y rico en materia orgánica puede mitigar los impactos de eventos climáticos extremos, protegiendo tanto a los seres humanos como a los ecosistemas. Esta capacidad de resiliencia es un testimonio del ingenio de la naturaleza, una lección que debemos aprender y aplicar en nuestras políticas de gestión ambiental. 

A nivel humano, el suelo es un recurso no renovable. Su formación es un proceso lento y delicado que puede llevar siglos. La descomposición de la materia orgánica y la formación de nuevos suelos ocurren a un ritmo que no puede competir con la rapidez de su degradación provocada por actividades humanas.  Cada capa de suelo que perdemos es una página arrancada del libro de la vida, una pérdida que no podemos permitirnos. La conservación del suelo es, por lo tanto, una necesidad urgente, no solo para nosotros, sino para todas las generaciones futuras. 

A pesar de su importancia vital, el suelo sigue siendo uno de los recursos más ignorados. En la conciencia colectiva, el suelo no recibe la misma atención que otros recursos naturales como el aire y el agua. Esta falta de reconocimiento es una negligencia que debemos corregir. La conservación del suelo debe ser una prioridad en nuestras políticas y prácticas de sostenibilidad. Debemos educar a las generaciones presentes y futuras sobre su importancia y fomentar un sentido de responsabilidad compartida hacia su protección. 

El suelo, en su silencio y humildad, nos enseña lecciones profundas sobre la interconexión de la vida y la fragilidad de nuestro planeta. Es un recurso esencial para la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y la mitigación del cambio climático. Ignorar su importancia es un error que no podemos permitirnos. Debemos actuar ahora, adoptando prácticas sostenibles y políticas de conservación que aseguren su protección. 

En última instancia, conservar el suelo es un acto de sabiduría y previsión. Es una manifestación de nuestro compromiso con la vida y con el futuro de nuestro planeta.

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Julio 8, 2024

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