Cambio climático en contexto de policrisis: el rol de las universidades

“Las universidades deben ser capaces de manejar la incertidumbre y abrirse al diálogo entre distintas áreas del conocimiento. Este tipo de aproximación requiere un alto grado de reflexividad en los procesos investigativos e incluso la capacidad de conectar distintos saberes”.

Por: Anahí Urquiza Gómez
Antropóloga Social, Profesora Titular Facultad de Ciencias Sociales
Directora de Innovación y Presidenta Comité por la Sustentabilidad
Universidad de Chile

Nos encontramos en una época de constantes desafíos a nivel global. Una tras otra, las crisis se presentan impactando de manera directa o indirecta nuestras vidas. Es en este panorama marcado por la acumulación de crisis —desde pandemias hasta crisis económica— donde se hace indiscutible una amenaza latente desde hace décadas: el cambio climático.

El cambio climático no es solo una crisis aislada; es un factor que intensifica y complica aún más las ya existentes. La alteración del clima conlleva dificultades para acceder a recursos básicos como agua, alimentos y energía. Esta falta de recursos da pie a crisis políticas y económicas, desplazamientos masivos de poblaciones, crecimiento de la pobreza y, en definitiva, un retroceso en la calidad de vida de las personas. A su vez, estas crisis exacerbadas afectan de manera desproporcionada a quienes ya se encuentran en situación de vulnerabilidad, acentuando las desigualdades preexistentes.

En este escenario de emergencias superpuestas, se cuestiona el papel que las universidades están desempeñando. ¿Qué conocimiento debemos generar para contribuir a enfrentar esta era de complejidad y crisis? ¿Qué tipo de profesionales debemos formar para abordar las urgentes problemáticas del presente y adelantarnos a las crisis del futuro?

Para comenzar, las universidades tienen una responsabilidad ineludible de ser generadoras de conocimiento y formadoras de líderes y profesionales capacitados. Pero en una sociedad en constante cambio y con múltiples crisis superpuestas, definir qué tipo de conocimiento es necesario y qué perfil deben tener los futuros profesionales no es tarea fácil. Se necesita una visión anticipatoria que contemple no solo los desafíos actuales, sino también las proyecciones futuras.

En un mundo lleno de incertidumbre, las decisiones se deben tomar considerando múltiples escenarios, debatiendo entre diferentes perspectivas y evaluando riesgos. En términos de investigación, es imperativo adoptar un enfoque interdisciplinario que permita abordar los problemas complejos desde diferentes ángulos. Las universidades deben ser capaces de manejar la incertidumbre y abrirse al diálogo entre distintas áreas del conocimiento. Este tipo de aproximación requiere un alto grado de reflexividad en los procesos investigativos e incluso la capacidad de conectar distintos saberes.

Por otro lado, en cuanto a la formación de profesionales, es esencial desarrollar perfiles flexibles, que se puedan adaptar a rápidos cambios tecnológicos y sean capaces de influir positivamente en sus áreas de acción. Esto supone cultivar habilidades y competencias duraderas, que fomenten la adaptabilidad y se fundamenten en valores éticos y colectivos. A pesar de que muchas universidades parecen ser conscientes de estas necesidades, a menudo enfrentan desafíos internos al intentar implementar cambios.

Las estructuras organizativas tradicionales resisten las transformaciones, dificultando la adaptación incluso a cambios menores. Sin embargo, en este vertiginoso mundo en evolución, no hay tiempo que perder. La velocidad y magnitud del cambio que estamos experimentando requieren que las universidades respondan con agilidad y resolución. El mundo que conocemos podría ser radicalmente diferente en solo cinco años. En este breve lapso, ¿Qué conocimiento generaremos? ¿Qué profesionales formaremos? ¿Cómo lograremos que el conocimiento y los/las profesionales respondan a las necesidades de nuestro país?

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Octubre 24, 2023

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